El último libro by Karen Dukess

autor:Karen Dukess [Dukess, Karen]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Realista
editor: ePubLibre
publicado: 2018-12-31T16:00:00+00:00

23

Esa tarde, mi madre recibió una llamada del consejero de Danny del Instituto de Tecnología de Massachusetts. En la última semana, Danny no se había presentado a dos reuniones, y cuando el consejero consultó con algunos de sus profesores, descubrió que no había estado asistiendo a las clases y que nadie lo había visto ni había hablado con él durante más de una semana. Preocupado, fue al apartamento de Danny, en la calle Franklin. Allí le encontró completamente cambiado: sin afeitar y desaseado, quejándose de ser un inútil y de estar extenuado, con la cocina llena de platos sucios y comida medio mordida. Como mi padre estaba en Nueva York en una reunión de negocios, mi madre me pidió que la acompañara a Cambridge a la mañana siguiente.

—No soy capaz de lidiar con esto sola, Eve —me dijo. Era extraño que admitiera que los episodios de Danny la estaban agotando, por lo que me preocupé por ella y por mi hermano.

Me pidió que yo condujera para que ella pudiera cerrar los ojos, pues no había dormido mucho la noche anterior. Mientras pasábamos por el puente Sagamore, sobre el canal de Cabo Cod, contemplé la idea de que Danny se tomara un respiro del posgrado e hiciera algo menos estresante durante un tiempo.

—No creo que haya llegado a ese punto —respondió mi madre con los ojos todavía cerrados—. Ya se le pasará. Siempre se le pasa.

Respiré profundamente y me recordé que ya habíamos vivido esto antes. Mi papel era ayudar en silencio a mi madre para que ella pudiera tranquilizar a Danny lo suficiente para llevarlo al psiquiatra, que lo ayudaría mediante terapia o le cambiaría la medicación. Si yo discutía con ella o cuestionaba su protocolo, ella se enfadaría por «ponerme pesada en un momento como éste» y hacerla sentir más ansiosa y, por lo tanto, incapaz de ayudar a Danny. Como si necesitara que me recordara que el estado de ánimo de mi hermano siempre estaba por encima de todo lo demás. Había perdido la cuenta de las veces que había oído sin querer que mi madre le decía a alguien lo agradecida que estaba de que, por lo menos, uno de sus hijos fuera «promedio» y que si hubiera tenido dos hijos extraordinarios habría sido un desafío demasiado exigente y la habría sacado de quicio.

Ya había pasado más de un año desde la última vez que yo tuve que atender una de las crisis de Danny; y cuanto más nos acercábamos a Cambridge, más me enojaba. Me molestaba que todos tuviéramos que vivir temiendo sus llamadas de pánico y lo asumido que teníamos que yo era «la fácil», la niña buena que nunca actuaba de manera irracional. Sin embargo, cuando llegamos y encontramos a Danny viendo «Days of Our Lives» en pijama, con tazas y platos vacíos esparcidos por todo el suelo y sobre su cama, sólo sentí tristeza por mi generoso y brillante hermano, quien, a pesar de su complicada relación con mis padres, a mí nunca me había exigido nada.

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